Ayer paseé por primera vez por la plaza Mayor de Salamanca. Impresiona.
Llegué caminando por la calle Prior hasta verme debajo de un pasillo de arcos justo al lado de la Oficina de Turismo. La estampa era magnífica: soportales, piedra de un color amarillo-rojizo (piedra franca de Villamayor), adoquines, luces, tiendas, un montón de bares y terrazas, música de tunos, y un ir y venir constante de gente de todas las edades. Porque, claro, la plaza Mayor -de estilo claramente barroco- es el centro neurálgico de la capital charra así como un punto de encuentro habitual de sus habitantes y de los numerosísimos turistas que por estas fechas inundan las calles de la ciudad vieja.
La idea de su construcción proviene del empeño del magistrado andaluz Rodrigo Caballero y Llanes, que logró convencer al ayuntamiento de la necesidad de una plaza más armónica y acorde con las corrientes urbanísticas de la época apelando a tres funciones: la ornamental, la utilidad pública y la mejora del comercio de la ciudad.


La construcción llevó algunos años, durante los cuales el consistorio tuvo que pleitear con los propietarios de las casas de los pabellones, y diversos maestros fueron los encargados de llevarla a cabo. Caballero es, además, el autor del programa iconográfico de la plaza, que se plasma en forma de medallones colocados en el espacio comprendido entre el arco y el dintel de cada uno de los ochenta y ocho arcos de medio punto que recorren la plaza en los que personajes de gran relevancia (monarcas, literatos, santos, filósofos…) quedan representados.



Asimismo, la plaza encierra algún que otro misterio, como la inscripción que se puede leer al pasar por el arco que va hacia el mercado de abastos, conocida como la inscripción de la mujer muerta. Nada se sabe de ella, pero aun así no pasa desapercibida, formando parte de los mitos y leyendas de Salamanca.

Este es el lugar donde se emplaza el ayuntamiento, además de la cafetería más antigua de la ciudad, el centenario café literario Novelty -conocido simplemente como el Novelty por los salmantinos- que ha sido punto de encuentro habitual de los literatos y artistas de la ciudad desde su inauguración en 1905. En él fue donde seguramente Miguel de Unamuno dijo en una de sus tertulias eso de que la plaza Mayor de Salamanca no es un cuadrado perfecto sino “un cuadrilátero irregular, pero asombrosamente armónico”.


Otros asiduos tertulianos del Novelty fueron la escritora salmantina Carmen Martín Gaite y Gonzalo Torrente Ballester, este último inmortalizado en una figura de bronce a tamaño natural que, sentada a un velador de la entrada del café, da la bienvenida a todo aquel que decide entrar.


A día de hoy, las tertulias continuan y se puede participar en ellas rellenando el formulario que se encuentra en la página web del café.

Qué mejor lugar que la plaza Mayor para alojar el medallón conmemorativo del vigésimo aniversario de la declaración de Salamanca como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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Fantástico… Aún recuerdo el bochorno que pasé… y eran las 11.30 horas. Mucha calidez, y no sólo en lo atmosférico, sino en el paisanaje…
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Pues ahora te pasaría lo mismo, querido elqueviajalejos. Hace un calor que puede cortarse, ¡terrible! Son las once de la noche y, aunque parecía que fuera a refrescar después de caer cuatro gotas, no ha sido así… ¡Otra noche de sofoco! Menos mal que la ciudad lo vale 🙂
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Gran, gran, gran entrada 🙂 Abrazos
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¡Hola y bienvenido! Muchas gracias por tu comentario. Espero que sigas leyendo cosas que te gusten por aquí. Un abrazo.
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🙂
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