Peñíscola, declarada Monumento histórico artístico nacional en 1972 y miembro de la red Los pueblos más bonitos de España, posee una historia llena de vicisitudes que la llevaron a estar en poder de los árabes primero, luego a manos del rey Jaime I, y más tarde a pasar por permuta a la Orden del Temple durante el reinado de Jaime II de Aragón.


Fue entonces cuando los caballeros templarios levantaron aquí su última gran fortaleza (1294-1307), un esfuerzo que resultó definitivo: con él desaparecieron de la historia y se convirtieron en leyenda.
Sin embargo, Peñíscola es mundialmente conocida por el capítulo del papa Luna, Benedicto XIII, procedente de una de las principales familias aragonesas emparentada con arzobispos y reyes, llegó al castillo en 1411 y lo transformó en sede pontificia.


También en su caso, la agreste roca y las imponentes murallas constituyeron el último refugio de un hombre que, en total aislamiento, luchó por su legitimidad papal en medio del Cisma de Occidente.
La visita al castillo consta de dos partes para las que sirve la misma entrada (entrada general 5 euros; 3,50 la reducida): el parque de artillería y las fortificaciones por un lado, y el castillo propiamente dicho por otro. La entrada, además, es válida durante un año por si quieres hacer la visita en dos días distintos.
Pasando por la rampa Felipe II, vamos subiendo por entre casas pintadas de blanco y callejuelas engalanadas con flores y plantas hasta dar con el portal de sant Pere y la torreta del papa Luna.

Cerca de ahí y siguiendo la muralla, se encuentra la font de la Petxina (o font de Fora) cuyo agua procede del manantial de la font de Dins, llega a la fuente y al lavadero a través de un conducto abovedado que discurre bajo la batería de santa Ana y va a parar al mar.

Recorriendo la muralla fortificada de nuevo, llegamos a la bateria del Calvari, un baluarte que forma parte de la construcción de la fortificación renacentista construida durante el reinado de Felipe II.

Y llegamos al parque de artillería, con sus rampas y túneles, sus jardines y sus espléndidas vistas del castillo así como de las playas y la parte moderna de la ciudad.


Las escaleras del pontífice, únicamente visibles desde el mar, son un acceso secreto al baluarte. Cuenta la leyenda que fueron construidas por el papa Luna en una noche.
Hay que deshacer nuestros pasos para llegar al bastión y entrar en el castillo. El zaguán, las caballerizas y el cuerpo de guardia -todo ello situado en la primera planta- nos traen al presente el gran mundo templario, aquellos dos siglos en los que los caballeros de la Orden del Temple, monjes y soldados, fueron la fuerza militar cristiana mejor organizada y el poder económico más sólido y diversificado del Mediterráneo.
«Un templario debe vencer o morir» – Eudes de Saint-Amand, octavo Gran maestre de la Orden del Temple
El templario es un monje guerrero y al toque de maitines, antes del amanecer, se levanta. Es un hombre joven, de poco más de veinte años, aguerrido, atento y sumamente disciplinado. Tras la oración en la capilla, su primera ocupación está en las caballerizas. A partir de ese momento, se inicia la actividad general: la administración, la economía, la guerra siempre presente y la propia construcción de la fortaleza.


En esta misma planta se encuentra el salón del cónclave al que se llega a través de una empinada escalera. La tradición sitúa en esta estancia las reuniones del cónclave cardenalicio reunido tras la muerte de Benedicto XIII por los de su obediencia.

En el lienzo de un costado de este salón, se abre una puerta de acceso a las primitivas mazmorras de la fortaleza.

En la segunda planta, sobrecoge el patio de armas por su extensión y sus magníficas vistas (¡y, en esta época, por un sol abrasador!). Con los templarios, en su doble calidad de fortaleza y monasterio, fue patio de armas y claustro; a la llegada del papa Luna se transformó en jardín con una hermosa fuente.
Desde el patio de armas se accede al magnífico salón gótico, a la casa del agua (cisterna), a la iglesia o capilla del castillo, a la sala del cónclave (bajando unas escaleras), a las dependencias pontificias y a las terrazas superiores (de nuevo, usando escaleras).


En estas estancias habitó sus últimos años el papa Luna. Dirigió los trabajos y la administración del castillo, llevó a cabo sus labores pontificales, emitió bulas, escribió tratados, polemizó con los papas de Roma, defendió sus derechos y redactó los últimos textos de su larga vida: el testamento y, en particular, El libro de las consolaciones de la vida humana, su mejor obra.





Los libros fueron los objetos más queridos de Benedicto XIII aunque, en sus últimos días, inmerso en la pobreza, se vio en la necesidad de vender algunos para poder hacer frente a los gastos del castillo.

Desde las terrazas superiores, las vistas son de 360 grados. Aquí van unas cuantas.
MÁS INFORMACIÓN:
♦ Peñíscola y, en especial, su castillo han sido escenarios de diversas películas a lo largo de los años. Un amigo me contó que tras ver “El Cid” (1961) se apresuró a tomar el primer autobús que le llevara a la ciudad en la que fue rodado el film. A su vuelta, volvió a ver la peli…
♦ Muchísimo más reciente es la serie “Chiringuito de Pepe” (2014); la magnífica “Calabuch” (1956) -mi preferida; “París – Tombuctú” (1999); “Juego de tronos” (2015) y “Fin” (2012), otra que me encanta.
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LA VERDAD DE MANTENERSE EN SUS TRECE
Esa frase no viene de la tenacidad de Benedicto XIII ante las arbitrariedades del poder político.
Viene como cuenta muy bien Adro Xavier del juego de las 15 donde los jugadores se paraban en la carta 13 para así no pasarse
También mas adelante se decía de las controversias Judía de Tortosa donde los judíos al llegar al punto 12 se paraban porque al llegar al 14 era abjurar de sus creencias Dichas controversias judías las impulso Benedicto XIII, Así que seguir en sus trece, sería sinónimo de no renuncia al judaísmo, o falso converso.
Por otro lado no confundir Tenacidad, con terquedad Hasta donde yo llego Benedicto XIII, como luego se encargaría, el concilio de Trento y posteriormente el concilio vaticano I, tenia toda la razón un concilio nunca puede estar por encima del papa y es éste quien debe libremente convocarlo
Una cosa, es cabezonería y otra tenacidad, Benedicto XIII, demostró TENACIDAD, es decir, defendió aun a costa de su vida lo que le dictaba su conciencia, el propio san Vicente Ferrer aunque dejó su obediencia por las muchas presiones que recibió dijo que Era el verdadero papa, pero que debía renunciar. Para mi es uno de los grandes papa que ha dado la Iglesia, creo que su titulo correcto es ” Papa en la Obediencia de Avignon”
Por otro lado aclarale que es precisamente en la actualidad donde la Iglesia ha dejado de llamarlo antipapa, solo dice papa en la Obediencia de Avigñon, y ademad cada dia se agiganta esta figura, unica y universal Peñiscoñla merece todo mi respeto pues ha sabido vivir de frente a esta figura, algo que desgraciadamente no ha sabido hacer Illueca,su tierra natal y a la quer tantas veces visitó y dio a conocer trayendo grandes personajes
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Hola BOIRA_A. En primer lugar, muchísimas gracias por leer mi entrada y por el interés que demuestras en publicar tu comentario. Te lo agradezco. En lo referente a la expresión “mantenerse en sus trece”, seguiré con lo que he publicado, a pesar que lo que me cuentas me parece interesante y por supuesto no me pondré a discutirlo. Mi información viene tanto de la info que escuché en el Castillo como de varias fuentes de Internet (puedes ver el enlace pinchando sobre la expresión en el post). En cuanto a si lo de Benedicto XIII fue tenacidad o cabezonería, ya es una opinión puramente personal y en eso no me meto. Me parece fantástico que expreses la tuya. Un saludo desde Cambrils.
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Estuvimos este verano por allí, no conocimos todo el castillo, ya que sólo lo visitamos por sus calles, no entramos en el castillo, pero me moló mucho…
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Es muy chulo, por fuera y por dentro.
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