Cuando me vi preparada después de mi paso por Auschwitz I, tomé uno de los autobuses gratuitos que funcionan como lanzaderas entre los campos y, en unos minutos, me encontré de pie frente a la siniestra entrada de este segundo campo. La visita por Birkenau la hice por libre, sin guías, quizás para reflexionar sobre todo lo que me habían explicado en el recorrido por el campo principal.

No por haber visto innumerables veces esta misma imagen del edificio me impuso menos. Nada como la realidad para prevenirte sobre lo que se avecina, la más abominable degeneración del ser humano.

Durante los tres años de actividad de Auschwitz II, llegaron hasta aquí miles de convoyes repletos de prisioneros, en su mayoría judíos europeos.

El campo de Birkenau fue diseñado de manera que las vías del tren entraran en el propio recinto para, por una parte, camuflar los vagones de prisioneros y, por la otra, agilizar la selección inicial de los mismos evitando las largas caminatas (como sucedía en otros campos).


→El campo, que tuvo la mayor población de presos de todo el complejo, estaba dividido en más de una docena de secciones separadas por cercas de alambre de púas electrificados
→Al igual que Auschwitz I, Birkenau era patrullado por guardias de las SS, incluidos guardias con perros después de 1942
→El campo incluía secciones para mujeres, hombres, un campo familiar para romaníes (gitanos) deportados de Alemania, Austria y del protectorado de Bohemia y Moravia, y un campo familiar para las familias judías deportadas del gueto de Theresienstadt
→En este nuevo campo se construyeron cuatro cámaras de gas, con sus respectivos crematorios, más grandes y modernizadas que la de Auschwitz I. Eran recintos subterráneos camuflados como duchas colectivas con capacidad de hasta 2500 personas
→Los prisioneros eran conducidos al vestuario y, una vez allí, debían soportar la humillación de desnudarse conjuntamente para, seguidamente, dirigirse a lo que pensaban se trataba de una ducha. Entraban en la cámara y las puertas se cerraban herméticamente tras ellos, se liberaba el ácido cianhídrico y los prisioneros morían por asfixia tras agonizar entre espasmos y convulsiones
→Acto seguido, los Sonderkommandos trasladaban los cuerpos a la planta superior, donde se ubicaban los crematorios, y les cortaban el pelo, revisaban sus orificios en busca de pequeños objetos de valor y les arrancaban los dientes de oro. Los documentos personales de los presos eran destruidos
→Las cenizas resultantes servían para abonar campos (se vendían a empresas de fertilizantes) o simplemente se vertían en ríos y estanques cercanos.
Al bajar del tren, los recién llegados a Auschwitz-Birkenau pasaban por un proceso de selección. Los que consideraban válidos para trabajar iban hacia los barracones del campo, los que no (ancianos, niños, madres con hijos pequeños, enfermos, etc.) eran enviados inmediatamente a las cámaras de gas, disfrazadas como duchas para engañar a las víctimas (incluso había alcachofas de ducha colgando del techo).
Por otro lado, los efectos personales de las víctimas eran confiscados y clasificados en el cobertizo al que denominaban «Kanada» (Canadá, un lugar que simbolizaba riqueza) para, posteriormente, ser enviados a Alemania.


Ninguna de las construcciones de Birkenau contaba con sanitarios. En su lugar, los presos eran conducidos a un edificio con letrinas donde debían satisfacer sus necesidades corporales en grupo y por tiempo muy reducido.
Las mujeres llegaron más tarde a Auschwitz. Muchas de ellas eran obligadas a prostituirse en el burdel del campo; otras lo preferían por poder así «disfrutar de mejores condiciones». Se realizaban revisiones periódicas en el burdel, y las demasiado enfermas eran conducidas a las cámaras de gas y remplazadas por otras.
Pude entrar en el edificio destinado a la detención de mujeres. En él se hacinaban en literas de tres niveles cinco de ellas por espacio esperando ser llevadas a las cámaras de gas. Durante la espera, no recibían alimentación alguna.

Llegué a las ruinas dinamitadas de las cámaras de gas de Birkenau, prueba del intento nazi por destruir las evidencias de los hechos ante la inminente llegada de los aliados.
En 1947, el parlamento polaco declaró que lo que quedaba del campo debía ser «preservado para siempre como un memorial al martirio de la nación polaca y otros pueblos». Cinco años más tarde, un grupo de supervivientes y parientes de víctimas organizó el Comité Internacional de Auschwitz, que debía supervisar los proyectos del memorial.
En 1957, el mismo comité lanzó una competición para construir un monumento que proporcionase un lugar específico para la conmemoración y las ceremonias oficiales. La inscripción en 20 tablas de piedra y 20 lenguas diferentes —incluyendo yidis y hebreo— «un millón y medio de personas, sobre todo judíos procedentes de varios países de Europa, fueron asesinadas en ese lugar por los nazis entre los años 1940 y 1945» recuerda lo acaecido en ese lugar.

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Los campos subalternos de trabajo instalados en el complejo de Auschwitz estaban estrechamente relacionados con la industria alemana, principalmente en las áreas militar, metalúrgica y minera.
→El campo de trabajo más extenso era Auschwitz III Monowitz (Monowice, en polaco, por su cercanía a esta población), asociado a la planta Buna-Werke de la empresa IG Farben, producía combustibles líquidos y goma sintética
→A intervalos regulares, se llevaban a cabo revisiones sanitarias por parte del personal médico de Auschwitz II para enviar a los más débiles y enfermos a las cámaras de gas de Birkenau.
El campo de Auschwitz-Monowitz no forma parte del complejo museístico que he recorrido. Allí era donde vivía (y moría) la mano de obra esclava que trabajaba en el complejo industrial de I.G. Farben. Ambos lugares estaban cerca, pero los presos tenían que caminar hasta la fábrica cada mañana y deshacer el camino por la noche en pésimas o inexistentes condiciones físicas.
En la actualidad quedan algunos edificios en el complejo industrial que siguen activos, pero son de propiedad privada y no pueden visitarse.

La ubicación exacta en la que se situaba el campo (a varios kilómetros de Auschwitz-Birkenau) está, hoy en día, ocupada por una urbanización de clase media alta. Quedan por allí algunas estructuras, pero no son fácilmente reconocibles; para distinguirlas y conocer sus funciones, se necesita ayuda experta igual que para llegar al pequeño memorial en honor a las víctimas, que me gustaría ver algún día.
INFORMACIÓN ÚTIL PARA VISITAR AUSCHWITZ:
♦ La manera más práctica de llegar es ir desde Cracovia, que está a 59 km de Auschwitz
♦ Desde Cracovia, puedes ir en tren hasta la ciudad de Oświęcim (es decir, Auschwitz, en polaco) y, una vez allí, andar hasta el Museo (está a unos 2 km) o bien tomar uno de los autobuses locales que hacen este trayecto
♦ Desde Cracovia, puedes optar por viajar en autobús; si es así, la principal compañía de autobuses polaca (PKS) cubre este recorrido varias veces al día y te deja prácticamente a la entrada del Museo (esta fue la opción que elegí)
♦ De Auschwitz I a Auschwitz-Birkenau, lo mejor es tomar una de las lanzaderas gratuitas habilitadas para tal fin
♦ En cuanto a visitas guiadas, estas pueden ser privadas o bien puedes unirte a la visita general. Para más detalles y precios, puedes consultar el apartado correspondiente de la web oficial del Museo aquí
♦ Si prefieres ir por libre, no hay ningún problema. El acceso al museo es gratuito y puedes recorrerlo a tu ritmo.
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Tu posteo es super interesante y me atrapó aunque el tema es super triste, no podría ir allí creo 😦
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¡Hola! Gracias, gafasdeviaje 🙂 No eres la primera persona que me dice que no se ve visitando Auschwitz y, la verdad sea dicha, no me extraña. No es una visita de recreo, precisamente.
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Muy bueno tu relato, por más que se lea nunca dejamos de horrorizarnos. Me sumo a los que no podría recorrer ese lugar. Abrazo.
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Todos conocemos el lugar, de una u otra forma, pero leer sobre él es siempre difícil, ¿verdad, Marta? Optar por no visitarlo es una posición tan válida como otra cualquiera.
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¡Gracias!!
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