En 1715, el beduino Sheij Daher el-Ómar destruyó una aldea de la costa porque sus habitantes se negaban a rendirle homenaje. La población quedó en ruinas durante ocho años hasta que, cumplido su objetivo, el-Ómar la reconstruyó y mejoró el puerto natural. Desde entonces, Haifa ha evolucionado hasta convertirse en una animada ciudad portuaria e importante centro marítimo donde judíos y árabes viven en relativa armonía.
Con más de medio millón de habitantes, esta histórica ciudad — cuyo origen se remonta a tiempos bíblicos y por la que han pasado, entre otros, hebreos, persas, egipcios, romanos, bizantinos, árabes, cruzados y otomanos— es, a pesar de sus muchos encantos, una de las menos conocidas de Israel.

La tercera ciudad más grande del país (después de Jerusalén y Tel Aviv) y capital del norte ha hecho un gran esfuerzo por reinventarse en los últimos tiempos pasando de ser una ciudad industrial, gris y portuaria a meca de las start up y centro de la industria de alta tecnología; no en vano, el Technion (Israel Institute of Technology [Instituto Tecnológico de Israel]) es uno de los centros universitarios más afamados mundialmente en cuanto a ciencia y tecnología. Orgullosos de su fama de personas laboriosas, a los habitantes de Haifa les gusta decir que «mientras Tel Aviv baila y Jerusalén reza, Haifa trabaja».

Una de las características más llamativas de Haifa es su disposición por niveles. Desde su origen en la pequeña franja costera entre el Mediterráneo y la cordillera del Carmelo, la ciudad ha ido ascendiendo hacia el monte quedando organizada en tres niveles: el centro o nivel más bajo, que corresponde a su ubicación original y del que forman parte la ciudad vieja, el puerto y la costa; la ciudad media, al pie del monte Carmelo, que recibe el nombre de Hadar HaCarmel; y la ciudad alta, en la que se encuentran los barrios más nuevos y en cuya cumbre se halla el Carmel Center con algunas de las casas más bellas de Haifa, además de hoteles, tiendas de lujo y los famosos jardines Bahá’i.
• El monte Carmelo
El monte Carmelo toma su nombre de las palabras Kerem-El, que significan «la viña del Señor». La sierra se extiende por 25 km de costa, alcanza 500 m de altura y se lanza en picado abruptamente sobre el Mediterráneo.

Declarado Patrimonio de la Humanidad gracias a su inestimable valor ecológico, sus laderas acogen una diversidad biológica impresionante que lo convierte en un oasis de vida. Además, en sus cavernas se pueden encontrar restos arqueológicos de la prehistoria, con yacimientos de neandertales.
Con todo, la gran importancia del monte Carmelo se debe a la tradición religiosa. Aparece mencionado varias veces en la Biblia, donde el profeta Elías —uno de los más importantes para el credo judío y, por extensión, para los cristianos— derrotó a los sacerdotes de Baal.
Hacia finales del siglo XII, durante el período de las cruzadas, un pequeño grupo de ermitaños latinos se estableció en la ladera del monte Carmelo y, con el deseo de imitar a Elías, emprendieron una vida de silencio y soledad habitando en las grutas de la montaña. Entre 1206 y 1214, los ermitaños consiguieron la aprobación por parte del Patriarca Latino de Jerusalén de una regla de vida que, con el tiempo, se convirtió en la Orden de los Carmelitas.

El monasterio Stella Maris de hoy, consagrado a la Virgen María —Stella Maris, «la estrella del mar», uno de sus epítetos, de aquí que Santa María del Monte Carmelo (comúnmente denominada Virgen del Carmen o Nuestra Señora del Carmen) sea la patrona de marinos, marineros y pescadores— señala el lugar donde se fundó la Orden, cuyo nombre deriva precisamente de esta montaña.
Del santuario —cuyos orígenes datan de 1220 cuando, en medio de sus grutas, los ermitaños construyeron una capilla dedicada a la Virgen— destaca una soberbia cúpula decorada con frescos y el altar debajo del cual está la cueva de Elías, uno de los lugares más sagrados del monte Carmelo.




La procesión anual dedicada a la Virgen del Carmelo que tiene lugar en las calles de Haifa es, después de la procesión de Jerusalén del Domingo de Ramos, la ocasión que reúne a más cristianos de Tierra Santa. Precisamente este año (05/05/2019), la procesión ha cumplido cien años desde aquella primera celebrada el 27 de abril de 1919 y organizada para devolver solemnemente al santuario de Stella Maris la estatua de la Virgen del Carmen. Esta, al principio de la primera guerra mundial, fue trasladada a la iglesia parroquial de la ciudad para protegerla de los ataques.


Otro de los lugares emblemáticos del monte Carmelo es el faro Stella Maris (o faro del monte Carmelo, Har Carmel, o de Haifa), un faro situado muy cerca del monasterio en el interior de una base naval israelí.
El lugar en el que se halla actualmente el faro fue el palacio de verano de Abdullah Pasha, el que fuera dirigente de Acre de 1820 a 1831. La vivienda y el faro fueron construidos utilizando materiales del monasterio carmelita que el mismo Abdullah Pasha ordenó destruir. Años después, sin embargo, Ibrahim Pasha de Egipto capturó Acre, mandó a Abdullah al exilio y devolvió el edificio a los Carmelitas.

De nuevo severamente dañado en la primera guerra mundial, la construcción fue restaurada al final del conflicto, y los Carmelitas le añadieron un segundo piso. El faro actual fue construido en 1928 gracias a una donación del Cónsul Honorario español.
Durante la segunda guerra mundial, el ejército británico alquiló el faro a los Carmelitas para utilizarlo en sus planes contra la invasión nazi de la zona. Los británicos permanecieron en él hasta su evacuación al final del Mandato Británico en 1948. Desde entonces, el edificio ha sido únicamente utilizado por la Marina israelí.
• El Centro Mundial de la fe Bahá’i
Desde su entrada por la calle Yefe Nof, en lo alto del Carmelo, se pueden admirar los fantásticos jardines Bahá’i, declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2008. Sin embargo, el Centro Mundial Bahá’i es un complejo que consta, además de los jardines, del Bahá’i Shrine, un espectacular templo de cúpula dorada de más de 40 metros de altura, y el Seat of the Universal House of Justice o Casa de la Justicia Universal, sede del Consejo Superior Bahá’i y de su Archivo.


Los jardines están dispuestos en diecinueve terrazas y tres puertas de entrada: a la más alta, situada en el 61 de la Yefe Nof / Panorama Road, le sigue la entrada intermedia, en Shderot HaTzionut (avenida del Sionismo), que lleva directamente al Bahá’i Shrine; la entrada inferior, por su parte, se encuentra situada en una de las zonas más atractivas de Haifa, la llamada German Colony o colonia alemana.

Los jardines Bahá’i contienen nueve círculos concéntricos cada uno cubierto de flores, árboles, pequeñas esculturas, fuentes y piscinas. En los extremos laterales, las áreas boscosas están dedicadas a la fauna y a reducir la contaminación acústica.
Estos 200 mil metros cuadrados ajardinados fueron diseñados por el arquitecto iraní Fariborz Sahba y sufragados con donaciones de fieles Bahá’i de todo el mundo.


El majestuoso edificio de cúpula dorada que domina la bahía de Haifa es hoy el santuario donde están enterrados los restos mortales del Báb.
El precursor de la fe Bahá’i
El 23 de mayo de 1844, en Shiraz, Persia, el joven Sayyid Alí Muhammad, conocido como el Báb (que en árabe significa «portal» o «puerta»), anunció la inminente aparición del mensajero de Dios que esperaban todos los pueblos y religiones del mundo, y declaró que su propósito era preparar a la humanidad para este advenimiento.
Acusado de herejía y considerado un rebelde peligroso, el clero musulmán dominante inició la persecución del Báb y sus seguidores (bábíes), lo que acabó en el arresto, apaleamiento, encarcelamiento y, finalmente, la ejecución —el 9 de julio de 1850— de Sayyid en la plaza de la ciudad de Tabriz. Sus discípulos escondieron los restos y, a principios del siglo pasado, los trasladaron a Haifa.


El fundador de la fe Bahá’i
Nacido en 1817, Mirza Hussein Ali —también conocido como Bahá’u’lláh («gloria a Dios»)— era miembro de una de las grandes familias nobles de Persia. Esta posición privilegiada no tardó en desaparecer tras anunciar su apoyo al mensaje del Báb.
Sumergido en las olas de violencia contra los bábíes que siguieron a la ejecución del Báb, Bahá’u’lláh no solo sufrió la pérdida de todas sus posesiones terrenales sino que fue sometido a encarcelamiento, tortura y una serie de destierros. En el primero de ellos, a Bagdad, anunció que él era el prometido por el Báb. Desde Bagdad fue enviado a Constantinopla, Adrianópolis y, finalmente, Acre, en Tierra Santa, donde llegó como prisionero en 1868.
Durante todos esos años, Bahá’u’lláh proclamó la proximidad de la unificación de la humanidad y el nacimiento de una civilización mundial. También llamaba a los reyes, emperadores y presidentes del siglo XIX a reconciliar sus diferencias, limitar sus armamentos y dedicar sus energías al establecimiento de la paz mundial.
Bahá’u’lláh falleció en 1892 en Bahjí, a poca distancia al norte de Acre, y allí es donde está enterrado, en los llamados Bahá’i Tomb and Gardens (tumba y jardines Bahá’i).

• La Colonia Alemana
A los pies de los jardines Bahá’i se encuentra otro de los lugares con más encanto de la ciudad: el barrio de la Colonia Alemana (German Colony). Construida en 1868 por templarios alemanes, este entramado de calles de bonitas casas de piedra, tejados de tejas rojas y jardines con árboles frutales ha evolucionado hasta convertirse en un área aburguesada que se desarrolla alrededor de su arteria principal, el bulevar Ben Gurion, repleta de hoteles, bares y restaurantes para todos los gustos.


Los templarios consideraban a cada individuo como un pequeño templo, siendo esta la razón por la que no tenían iglesias sino salas comunitarias. Creían que la segunda venida de Jesús solo tendría lugar si vivían en Tierra Santa de acuerdo a los mandamientos de Cristo y los profetas bíblicos.
A causa de sus ideas extremistas, fueron excomulgados de la Iglesia Protestante en 1858 y, diez años después, cumplieron el sueño de fundar su primera colonia en Haifa.



Usando técnicas y maquinaria modernas, intentaron cultivar la tierra; sin embargo, fueron hostigados y saqueados por la comunidad árabe local y acabaron por abandonar la agricultura. En su lugar, se iniciaron en el turismo y la artesanía, establecieron un servicio regular de transporte en carro entre ciudades y ofrecieron alojamiento confortable a los viajeros.

• El barrio de Hadar
Establecido en 1920, Hadar fue el primer barrio judío de Haifa. Es obra del arquitecto Richard Kaufmann que lo diseñó como una «ciudad jardín» tomando como modelo Tel Aviv aunque, en Hadar, la ladera de la cordillera del monte Carmelo otorga al vecindario un aspecto distintivo y panorámico.
Si bien entre las décadas de 1930 a 1970 Hadar constituyó el centro comercial y cultural de la ciudad e históricamente ha sido reconocido como uno de los mejores barrios de Haifa, los últimos tiempos han visto un importante decaimiento en esta zona, que ahora alberga principalmente a la comunidad rusa. Con su mercadillo e innumerables tiendas y puestos, es un hervidero de gente los días de mercado.


Otro puesto en Talpiot Market
También en Hadar, se encuentra la galería de arte Chagall Artists’ House, fundada en 1964 en el número 24 de HaTzionut Blvd. A pesar de su nombre, no se exhiben obras del pintor judío sino las de pintores y escultores locales, además de ser el lugar de celebración de eventos culturales, conferencias, conciertos de música de cámara y mucho más.

• Las comunidades árabes

En Israel, es extraño encontrar un autobús que solo circule los sábados. El hecho de que en Haifa exista uno refleja la influencia de la población árabe sobre las estructuras sociales de la ciudad. La presencia árabe en la ciudad siempre ha sido significativa, y judíos y árabes comparten aquí una historia de mutuos «toma y daca». Aunque en algunas zonas la población se entremezcla, la mayoría de los árabes han permanecido en barrios concretos que, muchas veces, son los mismos en los que sus familias han vivido durante generaciones.
En Haifa existen dos comunidades árabes: por una parte, Wadi Nisnas, muy cerca de Hadar, uno de los barrios más antiguos de la zona. Con sus calles empinadas, sus edificios de grandes bloques de arenisca y sus ventanas enrejadas, este barrio es el paraíso de los aficionados al falafel, que puede encontrarse en prácticamente cada esquina.
En diciembre, el vecindario es el lugar en el que se celebra el llamado «Festival of Festivals», que celebra Janucá, Navidad, el mes de Ramadán y Eid Al-Adha (Celebración del Sacrificio), como símbolo de la coexistencia de todas las religiones en Haifa.

En marcado contraste, Kababir es un barrio árabe de viviendas suntuosas y exuberantes jardines. Se constituyó como población independiente en 1830, pero la comunidad optó por anexionarse a Haifa cuando, en 1948, se fundó el Estado de Israel y previó beneficiarse de los servicios sanitarios y escolares así como del agua y los sistemas de alcantarillado.
La mayor parte de sus habitantes son musulmanes ahmadíes, de una rama islámica distinta a los grupos mayoritarios chiítas y suníes de Wadi Nisnas. Aunque está completamente integrado en el municipio de Haifa, Kababir dispone de una administración local formada por un consejo de seis ancianos que cada año son elegidos por los hombres de la comunidad. La Mahmood Mosque (mezquita Mahmood) domina el perfil del vecindario con sus dos minaretes blancos de 35 metros de altura.


Y, para terminar…
• Las playas
Haifa cuenta con más de 17 kilómetros de playas y un impresionante paseo marítimo que nada tienen que envidiar a los de Tel Aviv.

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¡Estupenda entrada! ¡Bellos lugares, fotografías e información! ¡Gracias por compartir!
¡Un abrazo grande!
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Muchas gracias, saricarmen 🙂 Haifa es bonita y está llena de luz. Un abrazo bien fuerte.
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